Basilio Fernández
Basilio
Fernández fue un poeta español nacido en Valverdín, provincia de León, en el
año 1909 y fallecido en Gijón en 1987. Cursó sus estudios secundarios en el
Instituto Jovellanos y se instruyó en Derecho en la Universidad de Oviedo.
Probablemente, su vida dio el giro más importante tras el fallecimiento de su
padre; a partir de entonces, dirigió
el negocio familiar de vinos
y pescados. Asumió esta responsabilidad muy
a disgusto, e incluso la comparó con "la muerte en vida"; sin
embargo, cumplió con este mandato hasta su jubilación.Mantuvo una fructífera
relación literaria con el famoso poeta español Gerardo Diego Cendoya,
perteneciente a la Generación
del 27, quien publicó tres de sus poemas en la revista Carmen, de la cual
era director, y le dedico la "Fábula de Equis y Zelda". Si
bien no se implicó en el mundo de la poesía como tantos otros, haberse hecho
cargo de la economía familiar no le impidió continuar escribiendo. Por otro
lado, resulta lamentable y curioso a la vez que no se acercara a los círculos
literarios de la época, rechazando la riqueza del contacto con otros escritores
en pos de respetar una
herencia que nunca quiso.Gracias a su sobrino, toda su
obra fue
publicada casi cinco años después de su muerte bajo el título de "Poemas
de 1927-1987".
Lee todo en: Basilio
Fernández - Poemas de Basilio Fernández http://www.poemas-del-alma.com/basilio-fernandez.htm#ixzz2GDgqxxKp
All the world will smile
again
El que medita a la sombra de una torre,
o el que canta
en la cima de ese Everest moldeado de nieve,
puede ver cómo el mundo vuelve hacia atrás sus ojos
y olvida sus cabellos caídos por la historia.
Puede observar también cómo allá en lo profundo
quedan lagos por descubrir, selvas blanquísimas
y todo un reino de bondad nativa
que iguala ante la ley aves y hombres.
Ve cómo el viento suave levanta un murmullo
de hojas en Manchuria,
o mueve una palmera tropical,
y todo es así;
hay siempre un sudor frío que anega la frente del tirano,
que moja el pecho del coolí dormido entre bambúes
y cae sobre la humanidad como lluvia cándida
de democracia, de traición y mano blanca.
Toda esta frondosa vista deja un pozo de sangre
en la memoria,
sangre al besar los labios de esa mujer
y ver que son de humo,
destino de desear las dunas de ese pecho
como montones de nostalgia:
y de adormecerse entre las brumas de ese país
que nadie ama.
Pero el mundo volverá a sonreír,
tal vez mañana se ofrezcan a Dios árboles tiernos
y dólares de oro,
tal vez las armaduras, los fusiles que fulgen
se oxidarán en los desvanes de la aurora
con sequedad de latones o sacos de herrumbre.
Tal vez el que medita o canta
observa ya mejillas sin cicatrices,
insólitas banderas
desplegadas hacia los astros vivos
y una claridad pura
por occidente, inmóvil sobre el caos.
Lee todo en: All the world will smile again - Poemas de Basilio
Fernández http://www.poemas-del-alma.com/basilio-fernandez-all-the-world-will-smile-again.htm#ixzz2GDdKGhFj
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All the world will smile again
(O
mundo inteiro voltará a sorrir)
(Tradução
de Sergio de Sersank)
O que medita à sombra de uma torre,
como o que canta no cume do Everest coberto de neve, pode ver como o
mundo volta para trás os olhos e esquece os cabelos levados pela
história.
Pode observar também como nas profundezas há lagos por descobrir, selvas branquíssimas e todo um reino de bondade nativa que iguais perante a lei faz pássaros e homens.
Vê que o vento leve levanta um sussurro de folhas na Manchúria, como move uma palmeira tropical e que tudo está bem.
Há sempre um suor frio que alaga a fronte do tirano, que molha o peito do coolí adormecido entre bambus e cai sobre a humanidade como chuva serena de democracia, de traição e mão branca.
Toda esta frondosa vista deixa em poça de sangue a memória e ela sangra como ao beijar os lábios da mulher se vê que são miragem, destino de desejar as dunas desse peito como montes de nostalgia, de adormecer nesse país que ninguém ama.
O mundo, porém, vai voltar a sorrir. Talvez amanhã se ofereçam a Deus árvores ternas e dourados dólares. Talvez as armaduras e fuzis reluzentes oxidem-se nos desvãos da aurora em ressequidos latões ou sacos de ferrugem.
Talvez o que medita ou canta vislumbre - faces sem cicatrizes, insólitas bandeiras desfraldadas para os astros vivos e uma claridade plena no Ocidente, imóvel sobre o caos.
Basilio Fernández, el poeta póstumo
El centenario del autor de Gijón, cuya obra mantiene
estrecha cercanía con la Generación del 27, se celebra con una nueva antología
de su obra
Basilio Fernández, el poeta póstumo
El rechazo a la
anécdota y al sentimentalismo romántico
JOSÉ LUIS
ARGÜELLES
El pasado 28 de julio se cumplieron cien años del nacimiento de
Basilio Fernández, el poeta que se veía a sí mismo como un gris personaje de
«vida triste y automática» en el Gijón de principios de los años ochenta del
pasado siglo, según él mismo relata en una carta a Torrente Ballester, su
antiguo condiscípulo de 1927 en las aulas de la Universidad de Oviedo, cuando
la literatura era para ambos la aventura ultraísta. Asegura además en esas
mismas líneas, y con expresión que cuadra bien con cuanto ahora sabemos de él,
que sus rutinas cotidianas y apagadas, de comerciante metódico, son «lo más
parecido a una existencia póstuma». Y es que casi todo lo relacionado con la
biografía de este autor refugiado o sepultado (¿cómo saber con certeza la
palabra que mejor viene al caso?) en el olvido de la provincia tiene algo de
fotografía borrosa, de secuencia fantasmal, de enigmático escorzo ante
cualquier tentación de vanidad literaria.
En esa
actitud de apartamiento, de no querer contar, de mantenerse al margen, hay un inquietante
paralelismo con la decisión que adoptó otro gijonés, amigo y compañero de
letras vanguardistas y juveniles en los años anteriores a la guerra civil: Luis
Álvarez Piñer. Ambos prefirieron salir de la fila, pese a la gran originalidad
y a la potencia metafórica de su escritura, una poesía nacida bajo el mismo
signo que la de algunos de los mejores autores de la Generación del 27. Álvarez
Piñer logró el Premio Nacional de Poesía en 1991, cuando ya había cumplido 81
años, galardón que Basilio Fernández obtuvo en la convocatoria siguiente,
cuando llevaba muerto casi un lustro.
Esa
voluntad de silencio editorial fue incluso mayor en Basilio Fernández que en
Álvarez Piñer, y sospecho que por razones distintas, si tenemos en cuenta que
en este último existía una clara conciencia de derrotado político. Nada
conoceríamos de la obra del primero, salvo unos pocos poemas juveniles, sin la
intervención y el esmero de su sobrino Emiliano Fernández Prado, que es quien
reunió en el galardonado libro que publicó Llibros del Pexe en 1991 los 140
poemas escritos por su tío entre 1927 y 1987, a lo largo de sesenta años. Una
inteligente y cuidadosa atención familiar que se prolonga ahora en esta
antología que sale bajo el sello de Trea, secuela de otra que lanzó el «Diario
de León» en su colección de escritores leoneses, aun cuando la vida de Basilio
Fernández estuvo íntimamente ligada a Gijón. Gracias a esa labor tenemos un
mínimo perfil biográfico de un poeta importante, del que, todo hay que decirlo,
nos gustaría saber mucho más y al que es tiempo ya de dedicar una edición
crítica lo más completa posible.
Esta
nueva antología reúne cuarenta poemas que cubren todas las etapas literarias
por las que pasó Basilio Fernández, un poeta que se inició en el creacionismo
bajo la sombra mayor de Juan Larrea y de Gerardo Diego, hasta perfilar una voz
muy personal, en la que hay ecos de Cernuda o de Eliot y en la que persiste la
juvenil intuición de que la poesía es palabra renovada. En su medida
introducción, Emiliano Fernández Prado ofrece, como ya hiciera en la edición de
Llibros del Pexe , algunas claves biográficas y la necesaria explicación de
varias correcciones. Así, en este nuevo volumen de Trea aparecen agrupados bajo
el título de «Raudos contornos donde el silencio persevera» los poemas escritos
por Basilio Fernández en 1982 y 1983, publicados antes como composiciones de
dos cuadernos distintos, el ya citado y «Las ocasiones convocadas». El lector
encuentra al final de la antología unas notas que permiten profundizar en la génesis
de una escritura no siempre fácil, en la que no es infrecuente el diálogo entre
vanguardia y tradición, una de las ideas defendidas con insistencia por Gerardo
Diego en los años de consolidación de la llamada Generación del 27.
La obra
de Basilio Fernández, a quien César González Ruano incluyó en su antología de
1946 y a quien Basil Bunting y Ezra Pound seleccionaron como ejemplo de la
joven poesía española del momento para su suplemento literario de «Il Mare»,
junto a Larrea y Cernuda, es la de un poeta con varios registros, todos de gran
altura y consistencia, pero que ofrece sus mejores versos, creo, a partir del
eliotiano «Hay un mayo cualquiera»: «Hay un mayo cualquiera / que vanamente
desafina, / y da una lumbre sorda / a rosas sin sentido, / que deshoja palabras
/ o nostalgias en el aire».
Nacido en
Valverdín, aldea del municipio leonés de Cármenes, Basilio Fernández residió en
Gijón desde niño. Estudió en el Instituto Jovellanos y posteriormente cursó
estudios de Derecho en Oviedo y Madrid. A partir de 1949, tras el fallecimiento
de su padre, se hace cargo del negocio familiar de vinos y coloniales, al que
se dedicaría hasta su jubilación en los años ochenta. Junto con Álvarez Piñer,
fue un distinguido discípulo de Gerardo Diego, que le dedicó su Fábula de Equis
y Zeda y le publicó tres poemas en el número cinco de su revista «Carmen», que
el autor de Alondra de verdad imprimía en Santander, pero dirigía desde Gijón,
de cuyo centro de Bachillerato fue profesor entre 1922 y 1931.
Y es a
través de Gerardo Diego y de su «revista chica de poesía española» como Basilio
Fernández llega a Larrea. El poeta bilbaíno, impulsor con César Vallejo de
«Favorable París Poema», había publicado ya en 1919 algunos textos en las
revistas ultraístas madrileñas. Además, Gerardo Diego reproduce en «Carmen»,
cuyo primer número lleva fecha de 1927, varios poemas traducidos del francés,
la lengua en la que entonces escribe Larrea. Pero el creacionismo fue en
realidad un invento del chileno Vicente Huidobro, que, en 1918, dá a conocer
sus Poemas árticos.
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