O
GENERAL FRANCO NOS INFERNOS
Pablo Neruda
Desgraçado,
nem o fogo, nem o azeite fervendo
em
um ninho de bruxas vulcânicas,
nem
o gelo devorador,
nem
a tartaruga pútrida
que
ladrando e chorando com voz de mulher
morta
te
escarve a barriga
buscando
uma aliança
ou
um brinquedo de criança degolada,
serão
para ti apenas uma porta escura,
arrasada.
Na
verdade, de inferno a inferno, o que há?
No
uivo de tuas legiões ,
no
leite santo das mães de Espanha,
no
leite e nos seios pisoteados pelos caminhos,
tem
uma aldeia a mais,
um
silêncio mais,
uma
porta quebrada.
Aqui
estás. Triste pálpebra,
estrume
de sinistras galinhas de sepulcro
pesado
escarro,
emblema
da traição que o sangue não apaga.
Quem,
quem és?
Ó
miserável folha de sal,
Ó
cão da terra,
Ó
bastarda covardia da sombra.
Retrocede
a chama sem cinza,
a
sede salina do inferno.
Os
círculos da dor empalidecem.
Maldito,
que só o humano te persiga.
Que
dentro do absoluto fogo das coisas
não
te consumas. Que não te percas
na
escala do tempo
e
que não te perfure o vidro ardente,
nem
a feroz espuma.
Só,
sozinho, para as lágrimas todas reunidas,
para
uma eternidade de mãos mortas
e
olhos apodrecidos,
só,
em uma cova de teu inferno,
comendo
pus silencioso e sangue
por
uma eternidade maldita e solitária.
Não
mereces dormir
ainda
que teus olhos sejam cravados de alfinetes.
Deves
estar desperto, caudilho,
desperto
eternamente
entre
a podridão das recém-paridas,
metralhadas
no outono.
Todas,
todas as tristes crianças esquartejadas,
rígidas,
enforcadas,
esperam
no teu inferno
o
dia da festa fria: tua chegada!
Crianças
negras pela exlosão,
pedaços
vermelhos de miolo,
corredores
de brancas vísceras
te
esperam todos, todas,
na
mesma atitude
de
atravessar a rua,
de
chutar a bola,
de
comer uma fruta,
de
sorrir ou nascer.
Sorrir!
Há
sorrisos já demolidos pelo sangue
que
esperam com dispersos dentes exterminados
e
máscaras de confusa matéria,
rostos
ocos de pólvora perpétua
e
os fantasmas sem nome,
os
obscuros escondidos,
os
que nunca saíram de sua cama de escombros.
Todos
te esperam para passar a noite.
Enchem
os corredores
como
algas corrompidas.
São
nossos, foram nossa carne,
nossa
saúde, nossa paz de forjas,
nesse
oceano de ar e pulmões.
Através
deles as terras secas refloriam.
Agora,
para além da terra,
feitos
substância destruída,
matéria
assassinada, farinha morta,
te
esperam em teu inferno.
Como
o agudo espanto ou a dor se consomem
nem
espanto, nem dor te aguardam.
Só
e maldito sejas!
Só
e desperto sejas entre os mortos.
E
que o sangue desabe sobre ti como a chuva
e
que uma agonizante rio de olhos cortados
resvale
e te percorra, mirando-te sem fim.
Tradução de OLGA SAVARY(*)
“Pablo Neruda, como García Lorca, morreu oprimido pela brutalidade
totalitária. Mas os portas do povo – e seus versos – ficam, enquanto o som e a
fúria dos caudilhos e ditadores morrem com eles. “
LEIA O TEXTO EN ESPAÑOL:
El general
Franco en los infiernos
Desventurado,
ni el fuego ni el vinagre caliente
en
un nido de brujas volcánicas,
ni el hielo devorante,
ni
la tortuga pútrida
que ladrando y llorando con voz
de mujer muerta
te escarbe la barriga
buscando
una sortija nupcial
y un juguete de niño degollado,
serán
para ti nada sino una puerta oscura
arrasada.
En
efecto:
de
infierno a infierno, que hay?
En el aullido de tus
legiones,
en la santa leche de las
madres de España,
en la leche y los senos pisoteados
por
los caminos, hay una aldea más,
un silencio más,
una
puerta rota .
Aquí
estás. Triste párpado,
Estiércol de siniestras
gallinas de sepulcro,
pesado esputo,
cifra
de traición que la sangre no borra.
Quien, quien eres,
oh
miserable hoja de sal,
oh perro de la tierra,
oh
mal nacida palidez de sombra.
Retrocede
la llama sin ceniza,
la
sed salina del infierno,
los círculos del dolor
palidecen.
Maldito,
que sólo lo humano te persiga,
que dentro del absoluto fuego de las cosas,
no
te consumas, que no pierdas
en
la escala del tiempo,
y que no te taladre el vidrio
ardiendo
ni la feroz espuma.
Solo,
solo, para las lágrimas todas reunidas,
para una eternidad de manos muertas
y
ojos podridos,
solo en una cueva de tu
infierno,
comiendo silenciosa pus y sangre
por
una eternidad maldita y sola.
No
mereces dormir
aunque
sea clavados de alfileres los ojos:
debes estar despierto,
general,
despierto eternamente
entre
la podre dumbre de las recién paridas,
ametralladas
en Otoño.
Todas, todos los tristes niños descuartizados,
tiesos,
están colgados, esperando en tu infierno
ese
día de fiesta fría: tu llegada.
Niños
negros por la explosión,
trozos
rojos de seso,
corredores de dulces
intestinos,
te esperan todos, todos, en la misma
actitud
de
atravesar la calle,
de patear
la pelota,
de tragar una fruta,
de tragar una fruta,
de sonreír
o nacer.
Sonreír.
Hay
sonrisas ya demolidas por la sangre
que esperan con dispersos dientes exterminados
y máscaras de confusa materia,
que esperan con dispersos dientes exterminados
y máscaras de confusa materia,
rostros
huecos de pólvora perpetua,
y los
fantasmas sin nombre,
los oscuros
escondidos,
los que
nunca salieron de su cama de escombros.
Todos te
esperan para pasar la noche.
Llenan los
corredores
como algas
corrompidas.
Son nuestros, fueron nuestra carne,
nuestra
salud, nuestra paz de herrerías,
nuestro
océano de aire y pulmones.
A través de
ellos las secas tierras florecían.
Ahora, más
allá de la tierra,
hechos substancia destruida,
hechos substancia destruida,
materia
asesinada, harina muerta,
te esperan en
tu infierno.
Como el
agudo espanto o el dolor se consumen,
ni espanto ni dolor te aguardan.
ni espanto ni dolor te aguardan.
Solo y
maldito seas,
solo y despierto seas entre todos los muertos,
y que la sangre caiga en ti como la lluvia,
y que un agonizante río de ojos cortados
te resbale y recorra mirándote sin término.
solo y despierto seas entre todos los muertos,
y que la sangre caiga en ti como la lluvia,
y que un agonizante río de ojos cortados
te resbale y recorra mirándote sin término.
Pablo Neruda
España en el corazón
1936-1937
España en el corazón
1936-1937
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